zinerman escribió:
Lo escuche hace bastante tiempo y la verdad es que se me atraganto, un solo tema de cerca de 40 minutos..."demasié pal body".
Si, Jejeje, es duro.
Supongo que no se me atragantó porque yo venía algo acostumbrado de escuchar cosas de Ornette, de Anthony Braxton, (que descubrí gracias a Ceregumino), etc.
Supongo también que la forma en que escuchas algo la primera vez tiene que ver con cómo lo llegas a tolerar. El Ascensión me dio por escucharlo un día que me encontraba solo, trabajando, pero tranquilamente frente al ordenador, sin estrés, niños ni prisas, etc, vamos en condiciones de excepción, no habituales. La predisposición haría el resto. Es un disco que necesita concentración, un cierto conocimiento de porqué se hace ese tipo de música, ponerse a ello.
Lo que ocurre con este disco y este tipo de música se me antoja muy parecido a lo que ocurre cuando te lees el Ulises de Joyce: ¿y ahora, después de eso, qué?.
Aparte de que, como en cualquier campo artístico contemporáneo necesitas hacer un ejercicio de conocimiento, un acercamiento intelectual para -no te digo entender- pero sí apreciar su “propuesta”, el “problema” que la obra nos arroja (es absurdo “entender” una obra), hay de todos modos en el Ascensión un rollito muy visceral, me recordó a cuando escuché por primera vez La Consagración de la Primavera de stravinsky o incluso la Sinfonía Fantástica de Berlioz, que te dejan desmarcado y, en mi caso me sacudieron, me gustaron mucho. Pero vamos, por algo de deformación, en temas subjetivos y artísticos, tengo predisposición a que algo que me plantea un problema me guste, porque entiendo lo artístico precisamente como eso, como la generación de una propuesta y un problema que se arroja a los demás.
La verdad es que al principio no le cogía yo el punto a Coltrane, sólo había escuchado dos o tres discos de su primera etapa (Lush Life, Blue Train, Stardust..), pero puse un día el A Love Supreme, con el PSalm al final, una pasada con todo ese rollito místico. Me gustó tanto que empecé a machacar el Psalm hasta que mi mujer me amenazó con echarme si volvía a poner el A Love Supreme. Ahora me lo reservo para escucharlo en el ipod, una edición que viene con alguno de los temas del disco tocados en directo en el festival de Montreal, creo, en donde Coltrane ya se despiporra haciendo gritar el saxo, como lo hará en toda esta época del new thing.
De todo lo que me gusta al final necesito leerme al menos algún libro, algo que me aporte de más que las definiciones de la wikipedia, así que incluso me zampé el “COLTRANE The Story of a Sound” de Ben Ratliff. Lo bueno del libro es que te da una visión integral de lo que hasta entonces tu veías simplemente como diferentes discos del mismo intérprete y muy distintos unos de otros, algunas certidumbres que te permiten entrever una coherencia en la sucesión de su obra. Muchos han visto el coqueteo de Coltrane con el free como una impostura, pero el propio Miles Davis, en su Autobiografía, comenta cómo esa espiritualidad y esa inquietud de coltrane que le llevó a explorar hasta llegar al free era sincera, que partía de su interior, de su necesidad de tocarlo todo y explorarlo todo y no era una simple impostura para estar a la moda. Dice Miles Davis que Coltrane, una vez que ya se desenganchó de la droga, practicaba, ensayaba, ensayaba y volvía a ensayar como si tuviera una misión. Después de una actuación, Miles se iba de bares con los demás del grupo y el fatiga de Coltrane se quedaba en la habitación del hotel ensayando hasta altas horas. Un fatiga. Me encanta.
Un saludo