Sam Mendes. Revolutionary Road.
Publicado: Dom 15 Nov 2009 , 9:34
El veneno de lo cotidiano.
Hace una semana alquilé Revolutionary Road y me gustó mucho. Ni siquiera sabía que era de Sam mendes cuando la alquilé. Sólo al final de la película observé en los créditos al director de American Beauty y todo me cuadró.
Cuando ví American Beauty me pareció demoledora. La película desmontaba, o más bien desvelaba, la fragilidad de los lazos y relaciones personales en una sociedad como la norteamericana. A lo largo de toda la película, y partiendo de una supuesta familia típica norteamericana, se va mostrando –casi demostrando- que pequeñas alteraciones, “anomalías” inducidas en ese estatus comportaba el colapso del sistema, y se producía la aparición, una tras otra , de situaciones interesantes y a la vez desastrosas que culminan con el asesinato del protagonista.
Era difícil hacer otra película con la misma tesis y la misma carga crítica (tremenda) hacia el “American Way of Life” que ésta. Pero Mendes lo vuelve a hacer con Revolutionary Road, trasladándose a la Norteamérica de los 50. Parecería que va detrás de conseguir una trilogía.
Las películas de este hombre funcionan como un discreto veneno que se inocula poco a poco, que va calando y que desvela la peor cara de las relaciones sociales, de su falsedad y de su incapacidad para conformar una sociedad equilibrada.
Esto lo hacen muchos o lo han intentado muchos con sus películas. Pero lo mejor de Sam Mendes, lo que lo diferencia, es cómo lo hace. Sin recurrir a situaciones drásticas o espectaculares. Lo hace a través de lo cotidiano, de las pequeñas acciones que articulan nuestra vida, para llegar a desmontar ese orden mayor social, establecido e inestable, en el que están basadas y de donde parten.
En Revolutionary Road, se recurre a la normalidad mortecina y antisocial que resultó de un modo de vivir que por aquellos tiempos empezó a conformarse (que hoy sigue imperando por allí) y que en muchas partes del mundo se sigue hoy importando como símbolo de progreso: la vida en casas dispersas en urbanizaciones infinitas y desconectadas. Un fatal invento que no sólo ha resultado totalmente insostenible desde el lado de la ecología (recordemos que los dos modos urbanísticos mas insostenibles son los que caracterizan precisamente la ciudad americana, el rascacielos –loop- por un lado y la urbanización dispersa a discreción por otro), sino además socialmente. Algo que se vendió como modo de vida en la postguerra (y que alcanzó su cúlmen de sofisticación en las Study Houses de California) y que lo que consiguió es la alienación de la mujer recluida en esa isla de soledad cuando ésta aún no trabajaba y la alienación de los dos, hombre y mujer respecto a su hogar cuando los dos ya lo hacían. Además de la insalvable recurrencia al automóvil, por duplicado, al gasto de energía, de tiempo, y todo lo que conlleva una vida así, el apalancamiento, la pérdida de lazos familiares, la casi inexistencia de amigos, la soledad, etc.
Demoledora sobre todo la última escena de la película que no desvelaré. Aparentemente inocua, sin importancia, pero brutal. La imagen misma de la soledad. Una imagen que resume perfectamente ese manera de mostrar las cosas, ese veneno de lo cotidiano, el modo de hacer propio de Sam Mendes.
Un saludo
Hace una semana alquilé Revolutionary Road y me gustó mucho. Ni siquiera sabía que era de Sam mendes cuando la alquilé. Sólo al final de la película observé en los créditos al director de American Beauty y todo me cuadró.
Cuando ví American Beauty me pareció demoledora. La película desmontaba, o más bien desvelaba, la fragilidad de los lazos y relaciones personales en una sociedad como la norteamericana. A lo largo de toda la película, y partiendo de una supuesta familia típica norteamericana, se va mostrando –casi demostrando- que pequeñas alteraciones, “anomalías” inducidas en ese estatus comportaba el colapso del sistema, y se producía la aparición, una tras otra , de situaciones interesantes y a la vez desastrosas que culminan con el asesinato del protagonista.
Era difícil hacer otra película con la misma tesis y la misma carga crítica (tremenda) hacia el “American Way of Life” que ésta. Pero Mendes lo vuelve a hacer con Revolutionary Road, trasladándose a la Norteamérica de los 50. Parecería que va detrás de conseguir una trilogía.
Las películas de este hombre funcionan como un discreto veneno que se inocula poco a poco, que va calando y que desvela la peor cara de las relaciones sociales, de su falsedad y de su incapacidad para conformar una sociedad equilibrada.
Esto lo hacen muchos o lo han intentado muchos con sus películas. Pero lo mejor de Sam Mendes, lo que lo diferencia, es cómo lo hace. Sin recurrir a situaciones drásticas o espectaculares. Lo hace a través de lo cotidiano, de las pequeñas acciones que articulan nuestra vida, para llegar a desmontar ese orden mayor social, establecido e inestable, en el que están basadas y de donde parten.
En Revolutionary Road, se recurre a la normalidad mortecina y antisocial que resultó de un modo de vivir que por aquellos tiempos empezó a conformarse (que hoy sigue imperando por allí) y que en muchas partes del mundo se sigue hoy importando como símbolo de progreso: la vida en casas dispersas en urbanizaciones infinitas y desconectadas. Un fatal invento que no sólo ha resultado totalmente insostenible desde el lado de la ecología (recordemos que los dos modos urbanísticos mas insostenibles son los que caracterizan precisamente la ciudad americana, el rascacielos –loop- por un lado y la urbanización dispersa a discreción por otro), sino además socialmente. Algo que se vendió como modo de vida en la postguerra (y que alcanzó su cúlmen de sofisticación en las Study Houses de California) y que lo que consiguió es la alienación de la mujer recluida en esa isla de soledad cuando ésta aún no trabajaba y la alienación de los dos, hombre y mujer respecto a su hogar cuando los dos ya lo hacían. Además de la insalvable recurrencia al automóvil, por duplicado, al gasto de energía, de tiempo, y todo lo que conlleva una vida así, el apalancamiento, la pérdida de lazos familiares, la casi inexistencia de amigos, la soledad, etc.
Demoledora sobre todo la última escena de la película que no desvelaré. Aparentemente inocua, sin importancia, pero brutal. La imagen misma de la soledad. Una imagen que resume perfectamente ese manera de mostrar las cosas, ese veneno de lo cotidiano, el modo de hacer propio de Sam Mendes.
Un saludo