Por ahondar en el tema, entiendo, Rainmetall, que necesites, psicologicamente, tener la certeza de que lo estás haciendo perfecto cuando colocas tu omni y ajustas tu DEQ. Yo solo te puedo decir que lo estás haciendo mejor que a oido, pero seguro que perfecto no es. A lo mejor ni siquiera está "bien" (depende de lo que entiendas por bien, y lo que yo entienda por bien).
Y esto no es ciencia, cómo bien sabes, es "técnica", esa rama del conocimiento a la que nos dedicamos los ingenieros. Para los cientificos todo "se puede hacer mucho mejor", para los pitufos "todo es perfecto, y perfectamente superable a la vez, por otra perfección".
Para un ingeniero "esto es lo que hay ¿sirve o no sirve?".
Te anexo un par de articulos que a lo mejor no vienen a cuento, pero tienen su entretenimiento.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/ ... opi_11/Tes
El científico, para lograr esta higiene ideológica, se impone una drástica cirugía en tres actos.
El primero y más doloroso consiste en expulsar el Yo de sus contenidos. Con buena objetividad se gana buena universalidad. La ciencia es de uno para todos, aunque sea al alto precio de borrar a ese uno del mapa.
En el segundo acto se decanta todo lo presuntamente superfluo, un nuevo sacrificio para la identidad del autor que ve con tristeza cómo lo más propio de sí mismo se escapa por el desagüe. El premio en este caso tampoco está mal: se trata de anticipar la incertidumbre, la supervivencia.
Y el tercer acto consiste en la persecución implacable del error. El científico avanza con el error, vive con, para y del error. Para ello no deja nunca de enfrentar su verdad con la realidad que pretende comprender. En caso de duda se impone la evidencia experimental. El autor corta por lo sano todo lo que huela a incoherencia o a vacío y con ello se despoja de las complejidades que más le distinguen como ser humano. Pero esto también tiene premio. Gracias a la obsesión por detectar y machacar contradicciones, la ciencia, necesariamente, progresa.
'HOUSE'
LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD
Por José Manuel Sánchez Ron
Al igual que en la actualidad las ciencias biomédicas ocupan, por su pujanza, un lugar central en el universo científico, también protagonizan esas disciplinas varias de las series de televisión de más éxito: House, CSI y Bones. Ahora bien, nada puede atraer grandes audiencias manejando únicamente profesiones, ideas y técnicas; son necesarias las personas, los Grissom, Temperance Brennan, Seeley Booth o Gregory House. Me gusta la precisión y la coherencia como equipo investigador del grupo del CSI comandado por Greesom. Y la infrecuente asociación de la doctora Brennan (Huesos) -pura lógica y conocimientos bajo un caparazón humano- con el mundano inspector Booth. Pero en el fondo prefiero al muy imperfecto -es egocéntrico, despótico, maleducado, machista y no para de tomar analgésicos- doctor House. Una vez que dejan el escenario del crimen, las investigaciones del grupo del CSI son demasiado limpias. Sus laboratorios y despachos son inmaculados, como el propio Grissom. Me resisto, por otra parte, a aceptar -¡en la era del ADN!- que el elemento central de una investigación forense sean los huesos que estudia el equipo de la doctora Brennan.
Por el contrario, House se mueve en un territorio diferente. En primer lugar, su mundo es el de la vida, no el de la muerte; busca remedios para salvar vidas, no identificar criminales, aunque, es cierto, éstos se busquen también para evitar que cercenen más vidas. Y yo prefiero la vida a la muerte. En segundo lugar, es un clínico de primera; de esos que se hacen una idea de cuál es tu problema con sólo verte. Y también es un científico extraordinario; demasiado bueno, naturalmente, para ser real. Pero en su búsqueda de soluciones para casos imposibles necesita de otros. Se mueve, con toda su insolencia y desprecio a las normas, en el territorio del diálogo socrático. Por eso necesita ayudantes a su lado. Es instructivo, aunque pensemos que no es creíble, contemplar en acción lo que es la esencia del método científico: identificar los elementos que intervienen en el problema, ver cuáles son los hechos -"los hechos no mienten; los enfermos, sí", dice House-, para a continuación introducir hipótesis que puedan explicar lo que sucede, y finalmente comprobarlas actuando, dominio en el que House está dispuesto a tomar todos los riesgos y a saltarse todas las prohibiciones que haga falta.
Se dirá que House tiene tantos defectos que cómo se le puede admirar, ya no querer. Pues se puede, aunque no podamos aceptar todo lo que hace. Sus ayudantes -extremadamente inteligentes-, Foreman, Cameron y Chase, le admiran, y, como mínimo, Cameron, su sufrida jefa, Lisa Cussy, y el oncólogo James Wilson, que saben ver el fondo de su atormentada personalidad, le quieren. Es difícil y exige mucha paciencia ver ese fondo, pero los guionistas han dejado a lo largo de la serie algunas huellas de él. Mi favorita es cuando House le dice a Allison Cameron, después de que ésta ha ayudado a buen morir a un paciente terminal: "Estoy orgulloso de ti". No tanto, pienso yo, porque hubiese hecho lo que ha hecho, sino porque ha hecho lo que creía que había que hacer, lo que era para ella más humanamente compasivo.
Y cuando sus tres ayudantes le dejan o les despide, hay cola y una dura batalla para ocupar sus puestos. ¿Por qué, si saben que les va a maltratar? Muy sencillo: porque es muy bueno en su profesión.
Que la inteligencia se reconozca, que se valore y quiera participar en la búsqueda de la verdad es algo que, al menos a mí, me reconforta.
Engineers like to solve problems. If there are no problems handily available, they will create their own problems. - Scott Adams.