La película trata sobre la tradición de un pueblo maori de Nueva Zelanda, cuyo legado pasa de generación en generación al varón primogénito desde hace siglos... hasta ahora, que el único descendiente es una niña. Ella quiere continuar con la tradición, pero al ser mujer no le hacen puto caso.
Es un dramón de cuidado, pero emocionante de principio a fin, en ningún momento se hace pesada.
Aunque parezca mentira, la niña protagonista (Keisha Castle-Hughes) no era actriz antes de hacer la película, fué elegida en un cásting en Nueva Zelanda, y ojito,del papelón que se marca fué nominada al óscar a mejor actriz a sus 13 años.
A quien no la haya visto, se la recomiendo al 100X100, buena fotografía y una banda sonora muy bien "encajada". Ya tardáis en bajarla.