La Vacuna

De lo que no se puede ni debe hablar en los foros
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Enrike
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Re: La Vacuna

Mensaje por Enrike »

Decía que qué está pasando con el dichoso Covid-19, y es simplemente un apocalipsis zombie.

Segunda acepción de apocalipsis :

"situación catastrófica, ocasionada por agentes naturales o humanos, que evoca la imagen de destrucción total"

mas segunda acepción de zombi :

"atontado, que se comporta como un autómata"

mas error de base del Gobierno de turno :

"... el Gobierno duda de que quienes se pudieran encontrar en las circunstancias descritas en la citada definición(la de atontado y borrego), por muchos que sean, puedan llegar a protagonizar una situación de apocalipsis"

o como ya decía hace varias semanas, "Una muestra más de lo verdaderamente estúpidos que podemos llegar a ser los seres humanos como especie".

Saludos,
En toda empresa hay que dar dos tercios a la razón y un tercio al azar : aumentad la primera fracción y seréis pusilánimes; aumentad la segunda y seréis temerarios
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Enrike
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Re: La Vacuna

Mensaje por Enrike »

Enrike escribió:* Es evidente que por muy principio filosófico que sea, los filósofos en general suelen hacer todo lo contrario, retorcer y complicar las cosas sin ninguna necesidad de ello.
Y que conste que no lo pensé cuando lo escribí, me acabo de dar cuenta ahora.

Exactamente lo que estamos haciendo los humanos con el Covid-19, retorcer y complicar las cosas sin ninguna necesidad de ello.

Saludos,
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

Pienso, en serio, que la próxima gran revolución ya no será científica y técnica. La próxima revolución será el éxito de la especie gracias al desarrollo de la conciencia crítica de especie y operativa, y si no, nos esperan el colapso de la especie y la extinción».

esta no es una crisis social ni sanitaria, sino estructural. «Una crisis, sobre todo, de especie, y, como tal, no tiene solución desde el sistema social y económico».


Eudald Carbonell
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Enrike
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Re: La Vacuna

Mensaje por Enrike »

Estás como una cabra, Acimo :D

Bromas a parte, intenta pensar por ti y no limitarte a repetir lo que oyes a terceros.

Recuerda, "Nullius in verba"

Saludos,
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NEEMO
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Re: La Vacuna

Mensaje por NEEMO »

Hola acimo:
Hay un Israelí que está de moda y dice cosas muy interesantes. Puede parecer un off topic pero está muy bueno, si lo conoces disculpa.

Ahhh!!! me olvidaba, trata de pensar por ti mismo, no lo olvides :mrgreen:





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Enrike
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Re: La Vacuna

Mensaje por Enrike »

NEEMO escribió:Ahhh!!! me olvidaba, trata de pensar por ti mismo, no lo olvides :mrgreen:
No acabo de entender este comentario irónico. Igual es que crees que es preferible ser un buen gregario y que otros piensen por ti :wink:

Saludos,
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

Muy bueno NEEMO, interesante aunque en algunas cosas algo fantasioso, esa nueva especie de la laboratorio que nos substitúya a los homo sapiens obsoletos....un poco blade runner no? :lol:

Hay que verlo de nuevo, ahora no tengo mucho tiempo porque estoy pensando por mi mismo y solo hago que ir a la nevera.... :mrgreen:

Abrazos :wink:
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Enrike
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Re: La Vacuna

Mensaje por Enrike »

Bueno señores, yo me apeo aquí.

Modo soberbio on.

Es evidente que estamos en planos distintos.

Modo soberbio off.

Os dejo ideas para que sigáis debatiendo :

Imagen

Saludos, y suerte.
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NEEMO
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Re: La Vacuna

Mensaje por NEEMO »

Enrike escribió:
NEEMO escribió:Ahhh!!! me olvidaba, trata de pensar por ti mismo, no lo olvides :mrgreen:
No acabo de entender este comentario irónico. Igual es que crees que es preferible ser un buen gregario y que otros piensen por ti :wink:

Saludos,
Si no lo entiendes te lo explico desde mi llanura, desde mi cerebro parecido a un páramo desprovisto de geografía.
Nací en un lugar donde lo circundante fueron los prejuicios, la religión y "no te toques el pajarito".

Mucho costó deshacerme de esa "cultura" que aunque moderada, aún persiste. ¿A quienes crees que debo el alivio de despojarme de muchas de esas cosas?

A los que escuchando y leyendo me mostraron que había otras maneras de explicar las cosas que me angustiaban. La angustia no ha desaparecido, se desplazó hacia nuevas
preocupaciones. Decir que los no capaces se dedican a la filosofía (" la filosofía como el divertimento de los no capaces") no me parece gracioso ni inocente.

Otra "Para que veas que te aprecio, haré un esfuerzo y te voy a demostrar" no quiero que te canses ni demuestres "cientificamente" nada.

Otra, " Estás como una cabra ...... intenta pensar por ti y no limitarte a repetir lo que oyes a terceros.", dicho en serio o broma, se reitera la descalificación del otro.

Una vez dije "bájate del caballo", es lo que pienso y siento. Hablas desde el púlpito como a borregos.

Cada uno hace lo que puede con lo que escucha, piensa y dice.

Para terminar, me abstendré de colgar videos, textos y opinar en concreto sobre alguna cosa. Hay en cuarentena de 200 a 650 conectados al foro y la mayoría ni mu.

Si tengo que comunicar algo lo haré por privado, me limitaré a subir algún dibujo en Las Ruinas cada vez que el tiempo me lo permita o los responsables de este sitio lo decidan.



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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

Enrike escribió:Bueno señores, yo me apeo aquí.

Modo soberbio on.

Es evidente que estamos en planos distintos.

.
Dessarrolla por favor, en que plano estás tu?......

Porque de eso se trata, aprender unos de los otros :doh:
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

La humanidad se enfrenta a una crisis mundial. Quizá la mayor crisis de nuestra generación. Las decisiones que tomen los ciudadanos y los gobiernos en las próximas semanas moldearán el mundo durante los próximos años. No sólo moldearán los sistemas sanitarios, sino también la economía, la política y la cultura. Debemos actuar con rapidez y resolución. Debemos tener en cuenta, además, las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. Al elegir entre alternativas, hay que preguntarse no sólo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué clase de mundo queremos habitar una vez pasada la tormenta. Sí, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá, la mayoría de nosotros seguiremos vivos... pero viviremos en un mundo diferente.

Muchas medidas a corto plazo tomadas durante la emergencia se convertirán en parte integral de la vida. Esa es la naturaleza de las emergencias. Aceleran los procesos históricos. Decisiones que en tiempos normales llevarían años de deliberación se aprueban en cuestión de horas. Tecnologías incipientes o incluso peligrosas se introducen a toda prisa, porque son mayores los riesgos de no hacer nada. Países enteros hacen de cobayas en experimentos sociales a gran escala. ¿Qué ocurre cuando todo el mundo trabaja desde casa y se comunica sólo a distancia? ¿Qué ocurre cuando escuelas y universidades dejan de ser presenciales? En tiempos normales, los gobiernos, las empresas y los juntas educativas no aceptarían nunca llevar a cabo semejantes experimentos. Pero no son estos tiempos normales.

En este momento de crisis, nos enfrentamos a dos elecciones particularmente importantes. La primera es entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano. La segunda es entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial.

Vigilancia “hipodérmica”
Con el fin de detener la epidemia, toda la población debe seguir ciertas pautas. Hay dos formas principales de lograrlo. Un método es que el gobierno vigile a la población y castigue a quienes incumplan las reglas. Hoy, por primera vez en la historia humana, la tecnología hace posible vigilar a todo el mundo todo el tiempo. Hace cincuenta años, el KGB no podía seguir a 240 millones de ciudadanos soviéticos las 24 horas del día, ni aspirar a procesar de modo eficaz toda la información reunida. Debía recurrir a agentes y analistas humanos y le resultaba sencillamente imposible colocar a un agente tras cada persona. Sin embargo, ahora los gobiernos pueden recurrir a ubicuos sensores y potentes algoritmos, por lo que no necesitan espías de carne y hueso.

En su batalla contra la epidemia del coronavirus, varios gobiernos han desplegado ya las nuevas herramientas de vigilancia. El caso más notable es China. Escudriñando los teléfonos de los ciudadanos, haciendo uso de cientos de millones de cámaras con reconocimiento facial y obligando a las personas a controlar su temperatura y situación médica e informar sobre ellas, las autoridades chinas no sólo son capaces de determinar rápidamente quiénes son los posibles portadores del coronavirus, sino también de seguir sus movimientos e identificar a quienes entran en contacto con ellos. Toda una gama de aplicaciones para el móvil advierten a los ciudadanos de la proximidad de personas infectadas.

Esa clase de tecnología no se limita a Asia oriental. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu autorizó recientemente el despliegue por parte del Servicio de Seguridad General de la tecnología de vigilancia normalmente reservada a la lucha contra el terrorismo para seguir a pacientes con coronavirus. El correspondiente subcomité parlamentario se negó a autorizar la medida, pero Netanyahu la impuso con un “decreto de emergencia”.

Hay que elegir entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano; y entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial
Cabría argumentar que todo esto no tiene nada de nuevo. En los últimos años, los gobiernos y las empresas han recurrido a tecnologías cada vez más sofisticadas para rastrear, vigilar y manipular a las personas. Sin embargo, si no tenemos cuidado, la epidemia podría marcar un importante hito en la historia de la vigilancia. No sólo porque cabe la posibilidad de que normalice el despliegue de los instrumentos de vigilancia masiva en países que hasta ahora los habían rechazado, sino también porque supone una drástica transición de una vigilancia “epidérmica” a una vigilancia “hipodérmica”.

Hasta la fecha, cuando tocábamos la pantalla del móvil y clicábamos sobre un enlace, el gobierno quería saber sobre qué clicaba exactamente nuestro dedo. Sin embargo, con el coronavirus, el objeto de atención se desplaza. El gobierno quiere saber ahora la temperatura del dedo y la presión sanguínea bajo la piel.

El pudin de emergencia
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos a la hora de comprender en qué punto nos encontramos en relación con la vigilancia es que ninguno de nosotros sabe exactamente cómo somos vigilados ni que ocurrirá en los próximos años. La tecnología de la vigilancia se desarrolla a una velocidad de vértigo y lo que parecía ciencia ficción hace 10 años es hoy una noticia desfasada. Hagamos un experimento mental. Imaginemos un hipotético gobierno que exige a todos los ciudadanos que llevemos una pulsera biométrica para vigilar la temperatura corporal y el ritmo cardíaco las 24 horas del día. Los algoritmos estatales almacenan y analizan los datos resultantes. De ese modo sabrán que estamos enfermos antes incluso de que lo sepamos nosotros mismos, y también sabrán dónde hemos estado y con quién nos hemos reunido. Sería posible reducir de modo drástico las cadenas de infección e incluso frenarlas por completo. Presumiblemente semejante sistema sería capaz de detener en seco la epidemia en un plazo de días. Maravilloso, ¿verdad?

El inconveniente, claro está, es que legitimaría un nuevo y espantoso sistema de vigilancia. Si alguien sabe, por ejemplo, que he clicado en un enlace de Fox News en lugar de hacerlo en uno de la CNN, aprenderá algo acerca de mis opiniones políticas y quizás incluso de mi personalidad. Ahora bien, si puede vigilar lo que me sucede con la temperatura corporal, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco mientras veo las imágenes, puede aprender lo que me hace reír, lo que me hace llorar y lo que realmente me enfurece.

Resulta crucial recordar que la ira, la alegría, el aburrimiento y el amor son fenómenos biológicos como la fiebre y la tos. La misma tecnología que identifica la tos podría también identificar las risas. Si las empresas y los gobiernos empiezan a recopilar datos biométricos en masa, pueden llegar a conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos, y entonces no sólo serán capaces de predecir nuestros sentimientos sino también manipularlos y vendernos lo que quieran, ya sea un producto o un político. Semejante vigilancia biométrica haría que las tácticas de hackeo de datos de Cambridge Analytica parecieran de la Edad de Piedra. Imaginemos a Corea del Norte en 2030, cuando todos los ciudadanos deban llevar una pulsera biométrica las 24 horas del día. Si al escuchar un discurso del Gran Líder la pulsera capta señales de ira, ya podemos despedirnos de todo.

Es posible, por supuesto, defender la vigilancia biométrica como medida temporal adoptada durante un estado de emergencia. Una medida que desaparecería una vez concluida la emergencia. Sin embargo, las medidas temporales tienen la desagradable costumbre de durar más que las emergencias; sobre todo, si hay siempre una nueva emergencia acechando en el horizonte. Mi país natal, Israel, por ejemplo, declaró durante su guerra de independencia de 1948 un estado de emergencia con el que se justificaron una serie de medidas temporales, desde la censura de prensa y la confiscación de tierras hasta unas normas especiales para hacer pudin (no es broma). La guerra de independencia se ganó hace mucho tiempo, pero Israel nunca ha suspendido el estado de emergencia y no ha logrado abolir muchas de las medidas “temporales” de 1948 (clementemente, el decreto de emergencia acerca del pudín se abolió en 2011).

Incluso cuando las infecciones por coronavirus se reduzcan a cero, algunos gobiernos ávidos de datos podrían argumentar que necesitan mantener los sistemas de vigilancia biométrica porque temen una segunda oleada de la epidemia, o porque una nueva cepa de ébola se está extiendo por el África central, o porque... ya ven por dónde va la cosa. En los últimos años se está librando una gran batalla en torno a nuestra intimidad. La crisis del coronavirus podría ser el punto de inflexión en ella. Porque, cuando a la gente se le da a elegir entre la intimidad y la salud, suele elegir la salud.

La policía del jabón
En el hecho de pedir a la gente que elija entre intimidad y salud reside, en realidad, la raíz misma del problema. Porque se trata de una falsa elección. Podemos y debemos disfrutar tanto de la intimidad como de la salud. Es posible proteger nuestra salud y detener la epidemia de coronavirus sin tener que instituir regímenes de vigilancia totalitarios, sino más bien empoderando a los ciudadanos. En las últimas semanas, algunos de los esfuerzos que más éxito han tenido a la hora de contener la epidemia han sido los organizados por Corea del Sur, Taiwán y Singapur. Aunque esos países hicieron uso de las aplicaciones de seguimiento, han confiado mucho más en las pruebas exhaustivas, la información veraz y la cooperación voluntaria de una población bien informada.

La vigilancia centralizada y los castigos severos no son la única forma de hacer cumplir unas pautas beneficiosas. Cuando se comunica hechos científicos a la población y ésta confía en que las autoridades públicas les transmitirán esos hechos, los ciudadanos pueden hacer lo correcto sin necesidad de la vigilancia de un Gran Hermano. Una población automotivada y bien informada suele ser mucho más poderosa y eficaz que una población controlada e ignorante.

Consideremos, por ejemplo, el hecho de lavarnos las manos con jabón. Ha sido uno de los mayores avances de la historia de la higiene humana. Ese sencillo acto salva millones de vidas todos los años. Aunque es algo que damos por hecho, no fue hasta el siglo XIX cuando los científicos descubrieron la importancia de lavarse las manos con jabón. Antes, incluso médicos y enfermeras pasaban de una operación quirúrgica a otra sin lavarse las manos. Hoy miles de millones de personas lo hacen diariamente, no porque tengan miedo de la policía del jabón, sino porque entienden los hechos. Me lavo las manos con jabón porque sé cosas acerca de los virus y las bacterias, entiendo que esos pequeños organismos causan enfermedades y sé que el jabón puede acabar con ellos.

Sin embargo, para lograr tal nivel de conformidad y cooperación, se precisa confianza. La gente tiene que confiar en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación. En los últimos años, los políticos irresponsables han socavado de forma deliberada la confianza en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación. Ahora esos mismos políticos irresponsables podrían verse tentados de tomar la senda del autoritarismo, argumentando que no cabe confiar en que la población haga lo correcto.

Si gobiernos y empresas reúnen datos biométricos en masa, sabrán más de nosotros que nosotros mismos
Por lo general, una confianza que se ha erosionado durante años no puede reconstruirse de la noche a la mañana. Sin embargo, no son éstos tiempos normales. En un momento de crisis, las mentes también pueden cambiar con rapidez. Podemos mantener amargas discusiones con nuestros hermanos durante años, pero cuando ocurre alguna emergencia descubrimos de repente una reserva oculta de confianza y amistad, y corremos a ayudarnos mutuamente. En lugar de construir un régimen de vigilancia, no es demasiado tarde para reconstruir la confianza de la gente en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación. No cabe duda de que debemos hacer uso también de las nuevas tecnologías, pero esas tecnologías deberían empoderar a los ciudadanos. Estoy a favor de controlar mi temperatura corporal y mi presión sanguínea, pero esos datos no deberían utilizarse para crear un gobierno todopoderoso. Esos datos deberían hacer que yo pueda tomar decisiones personales más informadas, y también que el gobierno responda de sus decisiones.

Meyer / AP)
Si pudiera hacer un seguimiento de mi propia situación médica las 24 horas del día, no sólo sabría si me he convertido en un peligro para la salud de otras personas, sino también qué costumbres contribuyen a mi propia salud. Y si pudiera acceder a estadísticas fiables sobre la propagación del coronavirus y analizarlas, me encontraría en capacidad de juzgar si el gobierno me está diciendo la verdad y si está adoptando las políticas adecuadas para combatir la epidemia. Siempre que se hable de vigilancia, debemos recordar que la misma tecnología de vigilancia no sólo puede utilizarse por los gobiernos para vigilar a los individuos, sino también por los individuos para vigilar a los gobiernos.

Por lo tanto, la epidemia de coronavirus constituye un importante test de ciudadanía. En días venideros, la elección de todos debería ser confiar en los datos científicos y los expertos en salud, en lugar de hacerlo en teorías conspirativas sin fundamento alguno y en políticos interesados. Si no tomamos la decisión correcta, quizá nos encontremos renunciando a nuestras más preciadas libertades, convencidos de que ésa es la única manera de salvaguardar nuestra salud.

Necesitamos un plan mundial
La segunda elección importante a la que debemos enfrentamos es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad mundial. Tanto la propia epidemia como la crisis económica resultante son problemas mundiales. Sólo pueden resolverse eficazmente mediante la cooperación mundial.

En primer lugar, para derrotar el virus necesitamos ante todo compartir globalmente la información. Es la gran ventaja de los seres humanos sobre los virus. Un coronavirus en China y un coronavirus en Estados Unidos no pueden intercambiar consejos sobre cómo infectar a los humanos. Sin embargo, China puede enseñar a Estados Unidos muchas lecciones valiosas sobre los coronavirus y cómo tratarlos. Lo que un médico italiano descubre en Milán a primera hora de la mañana puede salvar vidas en Teherán por la tarde. Cuando el gobierno del Reino Unido duda entre diversas políticas, puede obtener consejo de los coreanos que ya se enfrentaron a un dilema similar hace un mes. Ahora bien, para que eso suceda, necesitamos un espíritu de cooperación y confianza mundial.

Los países deben estar dispuestos a compartir información de forma abierta y buscar humildemente asesoramiento, y ser capaces de confiar en los datos y las ideas que reciben. También necesitamos un esfuerzo mundial para producir y distribuir equipos médicos; sobre todo, kits de pruebas y respiradores. En lugar de que cada país trate de actuar localmente y acumule todos los equipos que pueda acaparar, el esfuerzo mundial coordinado aceleraría enormemente la producción de equipos susceptibles de salvar vidas y aseguraría una distribución más justa. Así como los países nacionalizan sectores clave durante una guerra, la guerra humana contra el coronavirus nos exige que “humanicemos” las cadenas de producción cruciales. Un país rico con pocos casos de infectados debería estar dispuesto a enviar los preciados equipos a un país más pobre con muchos casos, convencido de que, si más tarde necesita ayuda, otros países se la brindarán.

Los países deben estar dispuestos a compartir información de forma abierta
Consideremos un esfuerzo mundial similar para reunir personal médico. Los países hoy menos afectados podrían enviar personal médico a las regiones más afectadas del mundo, tanto para ayudarlos en sus momentos de necesidad como para adquirir una valiosa experiencia. Si más adelante el foco de la epidemia se desplaza, la ayuda podría empezar a fluir en la dirección opuesta.

La cooperación mundial es esencial también en el frente económico. Dada la naturaleza global de la economía y las cadenas de suministro, si cada gobierno obra por su cuenta haciendo caso omiso de los demás, el resultado será el caos y el agravamiento de la crisis. Necesitamos un plan de acción mundial, y lo necesitamos sin tardanza.

Una parálisis colectiva se ha apoderado de la comunidad internacional. No parece que haya adultos en la sala
Otro requisito es alcanzar un acuerdo mundial sobre los viajes. La suspensión de todos los viajes internacionales durante meses causará tremendas dificultades y obstaculizará la guerra contra el coronavirus. Los países deben cooperar para permitir que al menos un pequeño grupo de viajeros esenciales sigan cruzando las fronteras: científicos, médicos, periodistas, políticos, empresarios. Se puede conseguir mediante un acuerdo mundial sobre preselección de viajeros en el país de origen. Si sólo se permite subir a un avión a viajeros cuidadosamente seleccionados, se estará más dispuesto a aceptarlos en el país de destino.

Por desgracia, los países apenas toman hoy alguna de esas medidas. Una parálisis colectiva se ha apoderado de la comunidad internacional. No parece que haya adultos en la sala. La celebración de una reunión de emergencia de los dirigentes mundiales para trazar a un plan de acción común habría sido deseable hace ya muchas semanas. Sólo a mediados de marzo lograron los dirigentes del G-7 organizar una videoconferencia, sin que por otra parte saliera de ella ningún plan en ese sentido.

En anteriores crisis mundiales (como la crisis económica de 2008 y la epidemia del ébola de 2014), Estados Unidos asumió el papel de líder mundial. Sin embargo, el actual gobierno estadounidense ha renunciado a la labor de liderazgo. Ha dejado bien claro que la grandeza de Estados Unidos le importa mucho más que el futuro de la humanidad.

Esa administración ha abandonado incluso a sus aliados más estrechos. Cuando prohibió todos los viajes procedentes de la Unión Europea, ni siquiera se molestó en notificarla con antelación, y mucho menos en llevar a cabo una consulta sobre una medida tan drástica. Ha escandalizado a Alemania ofreciendo supuestamente mil millones de dólares a una empresa farmacéutica de ese país para comprar los derechos monopólicos de una nueva vacuna contra la covid-19. Incluso si el actual gobierno estadounidense cambiara finalmente de rumbo y presentara un plan de acción mundial, pocos seguirían a un dirigente que nunca asume ninguna responsabilidad, nunca admite ningún error y que acostumbra a atribuirse siempre todos los méritos y achacar toda la culpa a los demás.

Toda crisis es una oportunidad: speremos que la actual epidemia contribuya a que la humanidad se dé cuenta del peligro que supone la desunión
Si el vacío dejado por Estados Unidos no es ocupado por otros países, no sólo será mucho más difícil detener la actual epidemia, sino que su legado seguirá envenenando las relaciones internacionales en los próximos años. Sin embargo, toda crisis es también una oportunidad. Esperemos que la actual epidemia contribuya a que la humanidad se dé cuenta del grave peligro que supone la desunión mundial.

Debemos tomar una decisión. ¿Viajaremos por la senda de la desunión o tomaremos el camino de la solidaridad mundial? Elegir la desunión no sólo prolongará la crisis, sino que probablemente dará lugar a catástrofes aún peores en el futuro. Elegir la solidaridad mundial no sólo será una victoria contra el coronavirus, sino también contra todas las futuras crisis y epidemias que puedan asolar a la humanidad en el siglo XXI.

Copyright @ Yuval Noah Harari. Usado bajo licencia. Todos los derechos reservados.

Traducción del artículo publicado en Financial Times: Juan Gabriel López Guix
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

Realmente las noticias cada dia son peores, sobretodo en lo económico, que van ha hacer los bares y restaurantes? ....los sectores turísticos? ...

Hablan de que no podrán hacer nada hasta final de año si todo va bien....aunque puede ser una mentira más, otros dicen que nada hasta la vacuna.

Nada será como antes, entonces, como será? ....valdrá la pena?.....aislados, con mascarillas, manteniendo distancias de seguridad....es un escenario inédito, parece el domingo eterno, esto no ha pasado nunca.

El estado nos salvará dicen algunos (error)....de momento van cobrando los recibos de autónomos...Y aún las ayudas de los ertes no han llegado.

El primer mundo puede que lo resuelva pero el resto lo va ha pasar muy mal, pienso que vamos hacia la edad media o peor, rollo Mad Max.

El aislamiento social es anti natural para nuestra especie, retrocederemos mucho y muchos no podrán sobrevivir.

Hay que adaptarse, es evidente, pero como ? :chin: Las unicas ayudas que dicen son prestamos, créditos avalados por el estado....gracias.

No sería mejor cambiar el sistema de forma radical? Reducir el gasto de la gente en los servicios básicos como agua, luz,gas, telecos, incluso alimentación? ....por decreto ley fuerzas a las compañias privadas o las nocionalizas en parte?....que impriman billetes a saco y repartan.

No se, ojalá podamos ayudarnos unos a otros porque si no esto se va ha la mierda en 3 meses.
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

RESET

MANUEL CASTELLS

18/04/2020 00:07
Actualizado a
18/04/2020 12:36

No lo imaginábamos. Nadie. Y aún nos parece una pesadilla de la que vamos a despertar con el alba. Claro que se acabará, algún día. Cuanto más ayudemos todos, antes se acabará. Esto incluye a todos los que aprovechan indecentemente la tragedia para aventajar sus intereses. Aparquemos nuestras diferencias aunque luego arreglemos cuentas.

Nunca habíamos afrontado una amenaza de esta índole, ni siquiera con la gripe de 1918, porque la globalización y el entreverado de economías, culturas y personas repercuten en tiempo real en cualquier barbaridad que hagamos en cualquier punto del planeta, tales como los mercados de especies salvajes. Humanos depredadores, preveníos de vosotros mismos. Ni nuestro extraordinario avance científico y tecnológico nos puede proteger de nuestra inmensa estupidez. Por eso si sobrevivimos, no volveremos a lo mismo. O si volviéramos, recurriría la pandemia, esta o las próximas, hasta que hagamos un reset de lo que éramos.

Sólo hay futuro en una reencarnación colectiva de nuestra especie; se habla de cambio de paradigma
Sólo hay futuro en una reencarnación colectiva de nuestra especie. Esto no tiene que ver con el trasnochado debate ideológico entre capitalismo o socialismo, porque anda que el socialismo realmente existente también se lució. Se habla de cambio de paradigma. Y algo hay de eso. Por ejemplo, esta pandemia debería haber dejado claro que la sanidad, incluyendo obviamente la higiene pública y la salud preventiva, es nuestra infraestructura de vida. Y que no podremos vivir permanentemente del heroísmo de sanitarios que enferman masivamente por falta de equipamiento. Habrá que invertir prioritariamente en sanidad publica porque la privada sirve para lo que sirve, pero cuando hay emergencia tiene que ser absorbida por la pública. Esta inversión es cuantitativa y cualitativa, en material, en equipamiento hospitalario, en atención primaria, en educación del conjunto de la población, en investigación, en remuneración de los sanitarios y en formación de médicos, enfermeros y sanitarios en general, con universidades y escuelas reforzadas y mejor dotadas para que puedan acoger muchas más vocaciones de servicio.

Ahora se pone en evidencia, más allá del sistema sanitario, la necesaria prioridad de lo público en la organización de la economía y la sociedad. Que no es estatización, porque cada fórmula de defensa del interés público debe adaptarse a las características de cada sociedad. De la misma forma en que la Gran Depresión y la II Guerra Mundial exigieron romper con el fundamentalismo del mer­cado para proteger derechos sociales y la vida en general, aun conservando el dinamismo del mercado para aquello en lo que es útil. De la misma manera se hace necesaria una revitalización del sector público acompañada de una reforma que lo desburocratice y despolitice.

Por ejemplo, se ha podido constatar la hipocresía social e institucional del respeto a los viejos, a quienes se deja en situación de extrema precariedad cuando las familias no pueden ocuparse de ellos. En parte por la privatización de las residencias, que muestra que la lógica de ganancia no se adecua a un cuidado costoso en personal y equipamiento. Pero también en la asistencia pública residencial porque los recortes presupuestarios y la negligencia de muchas instituciones han abandonado a su suerte a nuestros viejos, como demuestra el altísimo porcentaje de defunciones registradas en esos auténticos campos de muerte durante la pandemia. Sólo una intervención pública masiva, no únicamente en gasto, sino en gestión, puede evitar que esto se repita.

De inmediato se argumenta que cómo se paga. Es evidente que con nueva fiscalidad y aumento de la productividad, no hay otra. Lo cual no quiere decir más impuestos para la gente, sino obtener recursos de allá donde está concentrado el 75% de la riqueza mundial, a saber, los mercados financieros globales y las grandes multinacionales evasoras legales de impuestos precisamente por su movilidad fiscal y su manejo de los entramados legales. Planteando además el incremento de la productividad, que pasa por recursos humanos (o sea, sector público), ciencia (o sea, sector público), infraestructura tecnológica (conexión público-privado) y transformación empresarial mediante la aplicación de nuevo conocimiento y tecnología a la gestión de las empresas. Adentrándose también en el complejo terreno de la productividad y eficiencia del sector público, desde la administración hasta la educación.

Sin embargo, el reset más profundo es el que está teniendo lugar en nuestras mentes y en nuestras vidas. Es el darnos cuenta de la fragilidad de todo lo que dábamos por descontado, de la importancia de los afectos, del recurso a la solidaridad, de la importancia del abrazo, que nadie nos va a quitar, porque más vale morir abrazados que vivir acoquinados. Es el sentir de que el dispendio consumista en el que hemos malgastado recursos no es necesario, porque unas tapas en una terraza entre amigas no necesita mucho más. ¿Saben que los escandalosos traspasos multimillonarios del fútbol se han terminado? Y los Messi del mundo no por eso van a dejar de jugar, porque lo llevan en la sangre.

El reset necesario es un portal a otra forma de vivir, otra cultura, otra economía. Mejor lo valoramos porque la alternativa es la ­nostalgia masoquista de un mundo que se fue para no volver. La vida sigue, pero otra vida. Depende de nosotros que la hagamos maravillosa. CASTELLS
18/04/2020 00:07
Actualizado a
18/04/2020 12:36

No lo imaginábamos. Nadie. Y aún nos parece una pesadilla de la que vamos a despertar con el alba. Claro que se acabará, algún día. Cuanto más ayudemos todos, antes se acabará. Esto incluye a todos los que aprovechan indecentemente la tragedia para aventajar sus intereses. Aparquemos nuestras diferencias aunque luego arreglemos cuentas.

Nunca habíamos afrontado una amenaza de esta índole, ni siquiera con la gripe de 1918, porque la globalización y el entreverado de economías, culturas y personas repercuten en tiempo real en cualquier barbaridad que hagamos en cualquier punto del planeta, tales como los mercados de especies salvajes. Humanos depredadores, preveníos de vosotros mismos. Ni nuestro extraordinario avance científico y tecnológico nos puede proteger de nuestra inmensa estupidez. Por eso si sobrevivimos, no volveremos a lo mismo. O si volviéramos, recurriría la pandemia, esta o las próximas, hasta que hagamos un reset de lo que éramos.

Sólo hay futuro en una reencarnación colectiva de nuestra especie; se habla de cambio de paradigma
Sólo hay futuro en una reencarnación colectiva de nuestra especie. Esto no tiene que ver con el trasnochado debate ideológico entre capitalismo o socialismo, porque anda que el socialismo realmente existente también se lució. Se habla de cambio de paradigma. Y algo hay de eso. Por ejemplo, esta pandemia debería haber dejado claro que la sanidad, incluyendo obviamente la higiene pública y la salud preventiva, es nuestra infraestructura de vida. Y que no podremos vivir permanentemente del heroísmo de sanitarios que enferman masivamente por falta de equipamiento. Habrá que invertir prioritariamente en sanidad publica porque la privada sirve para lo que sirve, pero cuando hay emergencia tiene que ser absorbida por la pública. Esta inversión es cuantitativa y cualitativa, en material, en equipamiento hospitalario, en atención primaria, en educación del conjunto de la población, en investigación, en remuneración de los sanitarios y en formación de médicos, enfermeros y sanitarios en general, con universidades y escuelas reforzadas y mejor dotadas para que puedan acoger muchas más vocaciones de servicio.

Ahora se pone en evidencia, más allá del sistema sanitario, la necesaria prioridad de lo público en la organización de la economía y la sociedad. Que no es estatización, porque cada fórmula de defensa del interés público debe adaptarse a las características de cada sociedad. De la misma forma en que la Gran Depresión y la II Guerra Mundial exigieron romper con el fundamentalismo del mer­cado para proteger derechos sociales y la vida en general, aun conservando el dinamismo del mercado para aquello en lo que es útil. De la misma manera se hace necesaria una revitalización del sector público acompañada de una reforma que lo desburocratice y despolitice.

Por ejemplo, se ha podido constatar la hipocresía social e institucional del respeto a los viejos, a quienes se deja en situación de extrema precariedad cuando las familias no pueden ocuparse de ellos. En parte por la privatización de las residencias, que muestra que la lógica de ganancia no se adecua a un cuidado costoso en personal y equipamiento. Pero también en la asistencia pública residencial porque los recortes presupuestarios y la negligencia de muchas instituciones han abandonado a su suerte a nuestros viejos, como demuestra el altísimo porcentaje de defunciones registradas en esos auténticos campos de muerte durante la pandemia. Sólo una intervención pública masiva, no únicamente en gasto, sino en gestión, puede evitar que esto se repita.

De inmediato se argumenta que cómo se paga. Es evidente que con nueva fiscalidad y aumento de la productividad, no hay otra. Lo cual no quiere decir más impuestos para la gente, sino obtener recursos de allá donde está concentrado el 75% de la riqueza mundial, a saber, los mercados financieros globales y las grandes multinacionales evasoras legales de impuestos precisamente por su movilidad fiscal y su manejo de los entramados legales. Planteando además el incremento de la productividad, que pasa por recursos humanos (o sea, sector público), ciencia (o sea, sector público), infraestructura tecnológica (conexión público-privado) y transformación empresarial mediante la aplicación de nuevo conocimiento y tecnología a la gestión de las empresas. Adentrándose también en el complejo terreno de la productividad y eficiencia del sector público, desde la administración hasta la educación.

Sin embargo, el reset más profundo es el que está teniendo lugar en nuestras mentes y en nuestras vidas. Es el darnos cuenta de la fragilidad de todo lo que dábamos por descontado, de la importancia de los afectos, del recurso a la solidaridad, de la importancia del abrazo, que nadie nos va a quitar, porque más vale morir abrazados que vivir acoquinados. Es el sentir de que el dispendio consumista en el que hemos malgastado recursos no es necesario, porque unas tapas en una terraza entre amigas no necesita mucho más. ¿Saben que los escandalosos traspasos multimillonarios del fútbol se han terminado? Y los Messi del mundo no por eso van a dejar de jugar, porque lo llevan en la sangre.

El reset necesario es un portal a otra forma de vivir, otra cultura, otra economía. Mejor lo valoramos porque la alternativa es la ­nostalgia masoquista de un mundo que se fue para no volver. La vida sigue, pero otra vida. Depende de nosotros que la hagamos maravillosa.
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NEEMO
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Re: La Vacuna

Mensaje por NEEMO »

Tienes un privado :eew:
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

https://vimeo.com/jmribal


Es larguisimo pero es alucinante !

Hay que verlo hasta el final.

Ojalá sea verdad. :doh:

Investigando al personaje, tiene una web donde si le mandas tu nombre completo y la fecha de nacimiento, te hace una especia de carta astral con quien eres, tu destino etc...por el módico precio de 150 eurazos..... :eew:

Esto debería estar prohibido.
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NEEMO
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Re: La Vacuna

Mensaje por NEEMO »

Interesante acimo me pondré a ver tu sugerencia.

¿Si al tío le ofrezco 300 euros, crees que la carta natal será mas favorable?

Saludos
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acimo
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Re: La Vacuna

Mensaje por acimo »

Si si, miralo, es delirante :lol: :lol: :lol: :lol:

Quizá la teoría de la conspiración más potente de todas!

Llevo dos días riendome!
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